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Amores y desdichas de Clemencia Pueyrredon Zegada
(Jujuy, 1810-1840)
Leonor María Peirotti
Introducción
Sr. Juez y Vicario General
Doña Clemencia Pueyrredon hija legítima de Sr Coronel Don Diego Pueyrredon y de la Sra Doña Juana Francisca Zegada, como mejor haya lugar en derecho, ante VS. parezco y digo que habiéndome matrimoniado (qué infeliz momento) con Don José Antonio Garrón, desde el tercer día advertí que el novio tenía un carácter y naturaleza con todo lo opuesto a vivir pacíficamente en el matrimonio […]. Creo vivamente que ni Dios ni la razón ni los hombres me pueden obligar a vivir con un consorte que me acarrea tanto mal […] así es que con solo verlo se me aglomeran mis males que por momentos me asomo a los umbrales de la muerte pues es tanta la torpeza de mi marido que habiéndoselo asegurado los médicos que mis males no tenían más remedio que el que no viviese conmigo lo hace al contrario suscitando especies indecorosas a mi delicadeza con una felonía impensada pero maliciosa […]. El derecho natural es el más privilegiado que los demás; las leyes sabias han dispuesto el remedio para estos casos. Por el divorcio clamo justicia Sr. y protesto seguirlo y probado según me lo permita el derecho, en cuanto se repare algo mi quebrantada salud. Suplicando a la Integridad y alta consideración de VS se sirva notificarle al dicho mi marido que se abstenga en lo sucesivo de incomodarme y si algo tiene que reclamar en contra mía lo haga por
trámites en la justicia […]. Salta, noviembre 29 de 1822. Clemencia Pueyrredon (AHJ, 1822)[1].
Clemencia Pueyrredon Zegada llegó al mundo cuando declinaba el dominio borbónico sobre el Río de la Plata. Gran parte de su existencia se vio afectada por una sucesión de guerras que impactaron profundamente, tanto en sus decisiones y experiencias personales como en las de su entorno familiar y social. Reconstruir el curso de su vida durante la turbulenta primera mitad del siglo XIX es el objetivo principal de este trabajo. Nuestra protagonista nació en San Salvador de Jujuy, ciudad situada en el último tramo del camino que unía a Buenos Aires con las valiosas minas de plata del Alto Perú, y, por ende, en el punto estratégico que conducía al lugar codiciado por realistas y republicanos durante las guerras de emancipación. Por dicha jurisdicción pasaron tres campañas militares del ejército porteño, así como numerosos avances y retiradas de las tropas de ambos bandos, alterando drásticamente la rutina de los lugareños. Si bien las guerras de independencia terminaron en 1825, la región continuó convulsionada por los conflictos civiles que enfrentaron a federales y unitarios, a los que se agregó la lucha por la autonomía jujeña. Podemos concluir que, en el medio siglo que se extiende entre la Revolución de Mayo y la Organización Nacional, los habitantes de Jujuy pasaron la mayor parte de su vida condicionada por los conflictos bélicos, aunque no participaran activamente en ellos. De manera que
las conmociones económicas, las epidemias, las hambrunas y las guerras arrastrarán a muchas mujeres a modos de resistencia o de transgresión, que, en mayor o menor medida, las harán entrar en la escena pública (…) un campo de relaciones entre lo femenino y lo masculino constantemente influido por las transformaciones del mundo, aun cuando esté marcado por una relación de fuerzas que jamás favorecen al sexo femenino (Zemon Davis y Farge, 1993:13).
Pese a que este enfoque de una experiencia singular no nos permite generalizar sobre el colectivo femenino de la época, el análisis de un caso testigo pone luz sobre las respuestas de las mujeres ante los desafíos de la guerra y, en consecuencia, la necesidad de asumir nuevas facetas en su identidad social. Para abordar el tema con una perspectiva más general y dinámica pondremos énfasis en los siguientes aspectos. En primer lugar, la necesidad de trabajar la dimensión temporal a largo plazo y así poder apreciar las transiciones o puntos de inflexión en la trayectoria de los sujetos en estudio. En segundo lugar, destacar la importancia de la familia como nexo entre las experiencias individuales y las estructuras o procesos de cambio social. En tercer lugar, vincular los casos particulares con el contexto -en nuestro caso, la sociedad jujeña en la primera mitad del siglo XIX- para captar las tensiones entre las normativas tradicionales y las prácticas disruptivas condicionadas por el nuevo orden. Por último, destacar el principio de la agencia o libre albedrío de la persona, es decir, la posibilidad de tomar decisiones y de ser agentes de su propia vida, con las limitaciones impuestas por las circunstancias históricas y sociales.
[1] AOJ (Archivo Histórico de Jujuy) (1822). Caja 25 (8-1), Legajo 12; en adelante AOJ.
La ortografía y la puntuación fueron modificadas para simplificar la lectura del texto.