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El objetivo científico de la economía consiste en describir, explicar y predecir cosas económicas muy complejas (pensemos en las consecuencias negativas que genera en la fracción más vulnerable de un país los desórdenes provocados por grandes actores económicos dedicados a especulación desmesurada en mercados de capitales), provocadas por la acción conjunta de sujetos muy complejos (después de todo, la vida económica está poblada de seres humanos), que interactúan entre sí de manera muy compleja. A partir del nacimiento del llamado pensamiento “neoclásico”, la propuesta científica de la microeconomía se propuso reducir drásticamente esta complejidad, tanto del fenómeno humano como del fenómeno social que define el campo donde ocurren los fenómenos económicos. Con este fin, los supuestos básicos de la microeconomía reducen el ser humano a un homo economicus “racional” movido exclusivamente por su interés y restringen las interrelaciones entre sujetos a la participación de todos en los mercados, postulando un mundo social simple coordinado de manera óptima por una “mano invisible”.